De falsos amigos
Remitente:
A los profes de español nos encanta regodearnos con las meteduras de pata de nuestros pupilos... pero no voy a ser yo quien vea la paja en el ojo ajeno...
Precisamente no hace tanto (por las prisas o porque me traicionó el subconsciente, no sé qué me preocupa más) les entregué a mis alumnos una fotocopia con "FALOS amigos" (sí, sí, ese era el título), y no me di cuenta hasta días después, al preparar un test de evaluación. Menos mal que los alumnos no se dieron cuenta, o callaron pudorosamente. La que no coló -esos sí me pillaron- fue cuando les escribí en la pizarra que, para un buen masaje, no hay nada como ir al "fisioteraputa" (ese día unos me perdieron el respeto y otros me invitaron a tomar unas cañas para que les diera más detalles). Salí de clase a hombros.
Pero es verdad que la palma se la llevan ellos. Además de las típicas anécdotas que se suelen comentar en las salas de profes, fruto de confusiones en palabras próximas por la pronunciación (un alumno mío sueco me confesó una vez que a los lados de su cama había "dos mejillones", ¿sería amigo de Bob Esponja?), o la americana empeñada en que los verbos tienen flexión de género, como el árabe (¿En español se dice "nosotras llamamas"?), los falsos amigos más clásicos son los de los italianos que desayunan "pan con burro" (pobre animalico), algún francés que también desayuna "café olé" (¿en Granada? ¡No, en el mismo París!) o el de los anglófonos y francófonos que han pasado el fin de semana "con sus dos parientes" (las familias por esas latitudes son muy pequeñas).
Qué sería de esta profesión tan reconocida y bien remunerada sin esos deliciosos momentos de esparcimiento... Eso es lo que les digo a mis amigos que ya tienen un piso, un par de coches y vacaciones cada año ¡y en verano!
Que Dios los guarde por muchos años.
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